Carissime Jesús. Queridísimo Jesús.

Desde estas páginas, Jesús, quiero despedirme de ti y decirte que, aunque te has ido, siempre estarás entre nosotros en nuestros corazones y nuestros recuerdos.

A lo largo de mi ya larga carrera profesional nunca pensé vivir una pandemia. Me parecía algo de ciencia ficción. Pero nunca nunca pensé sufrir la muerte de un alumno.

Pienso en el último trabajo que hiciste conmigo en clase, el de Dédalo e Ícaro y te veo como ese hijo al que se le rompen las alas por querer volar demasiado alto. También las tuyas se han roto cuando empezabas a vivir, a ser feliz con tus amigos, tu familia, cuando todavía pensabas, como Ícaro, que eras inmortal.

Miro el ejercicio que me entregaste para corregir esta Semana Santa, Orfeo descendiendo a los Infiernos porque ha muerto Eurídice y pienso que tú eres como ella, has descendido demasiado pronto, pero nosotros no podemos ir a buscarte y tendrás que esperarnos allí hasta que las Parcas corten el hilo de nuestros destinos, como ya han cortado el tuyo.

Estoy segura de que ahora los dioses han querido que te pasees por los Campos Elíseos entre los bienaventurados. Por allí estarán los grandes héroes y otros hombres y mujeres que marcaron nuestro pasado, Aquiles, Héctor, Ulises, Eneas, Hércules, Jasón, Medea, Electra, Edipo, Antígona, Safo...

Pídeles que ellos te cuenten sus aventuras, sus hazañas, sus logros, todo aquello que yo no tuve tiempo para contarte aquí. Y cuando nos volvamos a ver, serás tú el que me presentes y me enseñes lo que tu destino no te permitió conocer entre nosotros.

Esta es la última foto que tengo tuya, en los últimos días de clase, en el Taller de Escritura que hicimos en la Semana Cultural.



SIT TIBI TERRA LEVIS
QUE LA TIERRA TE SEA LEVE, JESÚS

HASTA SIEMPRE

Nuria López

Tu profesora de Latín

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